El solemne Tedéum que pronunció el arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, en el oficio religioso por el 197° aniversario de la Declaración de la Independencia, incluyó cuestionamientos a la situación política actual, una autocrítica al accionar de la iglesia Católica y un saludo a la enseñanza de religión católica en escuelas estatales.
En primera fila de la iglesia Catedral se sentaron el gobernador, José Alperovich, y su esposa, la senadora Beatriz Rojkés. Detrás, en los bancos subsiguientes, se acomodaron el vicegobernador -en uso de licencia- y ministro de salud de la Nación, Juan Manzur; el presidente subrogante de la Legislatura, Regino Amado; el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Antonio Estofán; los diputados nacionales Miriam Gallardo, Alfredo Dato y Juan Salim; los ministros Osvaldo Jaldo (Interior), Silvia Rojkés (Educación), Jorge Jiménez (Economía); el intendente de la capital, Domingo Amaya, y legisladores, entre otros funcionarios.
Zecca se refirió al documento firmado en noviembre de 2008 por los obispos argentinos, que proponía una serie de pautas a alcanzar hacia 2010-2016. "El camino al Bicentenario y las posibilidades que tiene Argentina son inmensas, pero para aprovecharlas debemos ser honestos y reconocer que en el camino recorrido hemos cometido errores que es indispensable corregir", advirtió. Según afirmó, toda democracia padece momentos de conflictividad y, a su criterio, estamos atravesando uno de ellos. "La confrontación puede parecer el camino más fácil. Pero el modo más sabio y oportuno es procurar el consenso a través del diálogo. Argentina necesita hoy más que nunca reconciliación, diálogo y consenso. Ello -y sólo ello- hará posible concretar políticas públicas que permitan solucionar de modo definitivo los problemas de injusticia e inequidad", puntualizó.
Añadió que, junto a la inequidad, se manifiestan otras situaciones, vinculadas con la pobreza, que exigen una rápida acción. Entre otros, enumeró: "la discriminación, la precariedad laboral, la desocupación y la pérdida de una cultura del trabajo, el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción, las diversas formas de violencia, los atentados contra la vida como el crimen del aborto, (y) la desprotección de la familia".
Luego, pidió que se depongan las actitudes egoístas con el fin de erradicar la pobreza. "Los argentinos somos capaces de hacerlo. Tal vez nos falte una mejor articulación como comunidad entre los distintos sectores y miembros. Estamos ante una oportunidad única. Podemos aprovecharla privilegiando el bien común o malgastarla con los intereses egoístas y posturas intransigentes que nos fragmentan y dividen", expresó.
Autocrítica
Un espíritu autocrítico acompañó la homilía desde su inicio. "Estas breves reflexiones quieren ser una modesta contribución al bien común de la Patria de cuya gestión me siento, como arzobispo, también responsable", dijo Zecca, al iniciar su discurso. Más adelante, reconoció: "no puede la Iglesia, ni puedo yo, dejar de reconocer que la verdad de la fe y de la caridad que predicamos no han tenido la debida incidencia social". Siguió diciendo que la opción preferencial por los pobres aún no da frutos que permitan mirar al futuro como un tiempo de fraternidad y de paz. "La distribución de la riqueza, en América latina y en Argentina sigue siendo crecientemente deficitaria. No debemos dejar de reconocer los esfuerzos realizados. Pero tampoco omitir mirar que nuestra acción ha sido insuficiente", manifestó.
También dedicó un par de párrafos a la educación. En ese sentido, destacó la iniciativa de la Fundación del Tucumán -a la que, según dijo, adhirieron universidades públicas y privadas- de constituir un foro educativo: "ofrecerá un programa educativo ampliamente discutido y compartido por todos los que, de alguna manera, desean comprometerse en el campo de la educación, y que en el 2016 podrá servir de punto de arranque al tercer centenario que iniciaremos".
Admitió que la Nación viene realizando esfuerzos para volcar crecientes recursos en educación; pero hizo una observación. "En algunas propuestas curriculares, al mismo tiempo que se acentúa la adquisición de conocimientos y habilidades, también se da lugar a un claro reduccionismo antropológico que, incluso, propicia la inclusión de factores contrarios a la vida, a la familia y a una sana sexualidad", cuestionó. Pero no opinó lo mismo de la normativa local. "Alabo la sabiduría de la legislación provincial que propicia la enseñanza de la religión católica en las escuelas estatales. Es un modo concreto de respetar nuestra más profunda identidad religiosa y cultural como pueblo tucumano", saludó.